En algunas ocasiones, ya sea por razones constructivas o económicas, se utilizan pavimentos de hormigón
como soporte sobre el que aplicar posteriormente el revestimiento deportivo. Estos pavimentos son los
que sirven de apoyo al revestimiento sintético. Garantizan la capacidad resistente de todo el conjunto,
debiendo estar terminados con una nivelación lo más perfecta posible. La superficie de apoyo deberá estar
contenida en un plano paralelo a la superficie final del pavimento terminado, con el fin de obtener un
espesor uniforme en éste último. Si la construcción se realiza en ambiente seco y caluroso, antes de verter
el hormigón sobre la capa de apoyo, ésta deberá regarse previamente con agua, evitando la formación
de charcos.
Cuando se vayan a instalar pavimentos de hormigón en contacto con el terreno deben tomarse precauciones
de cara a evitar el ascenso de humedad por capilaridad, colocando una membrana impermeable entre el
terreno y la losa o asegurarse de que el nivel freático quede siempre por debajo de la cota de coronación
de la explanada sobre la que se va a instalar el pavimento de hormigón.
Los hormigones, por su rigidez, tienen una gran capacidad de reparto de cargas. Partiendo de que la capa
de apoyo del hormigón deberá tener como mínimo un índice CBR igual a 5, la losa de hormigón tendrá
para su uso como pavimento deportivo un espesor mínimo de 12 cm.
El hormigón deberá cumplir con las especificaciones de la vigente “Instrucción para obras de hormigón”.
La resistencia será igual o superior a 250 kp/cm
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, el cociente entre el peso del agua y del cemento no debe
ser superior a 0,55, el asiento en el cono de Abrams debe estar comprendido entre 4 y 8 cm, el tamaño
máximo de árido aconsejado será de 20 mm, y la manejabilidad del hormigón debe obtenerse añadiendo
aditivos plastificantes y nunca aumentando la cantidad de agua. En zonas con heladas frecuentes se deben
utilizar aditivos que permitan la eventual expansión del agua en caso de congelarse.
El hormigón se suele ejecutar mediante el empleo de encofrados fijos o deslizantes, vertiéndolo y
extendiéndolo homogéneamente, con una ligera sobreelevación con respecto a los encofrados para
compensar el asentamiento que se produce durante la compactación. El sistema más usual para conseguir
la compactación del hormigón es el empleo de una regla vibrante, aunque también pueden utilizarse
vibradores de aguja (que son introducidos repetidamente en el hormigón para posteriormente enrasar la
masa con una maestra).
Durante el proceso de transporte y puesta en obra del hormigón, los sólidos tienden a sedimentar,
desplazando a la superficie los finos y parte del agua de amasado: este exceso de agua en superficie debe
evitarse, ya que daría lugar a crestas poco resistentes en la superficie del hormigón. Igualmente, tras el
vertido y compactación se debe eliminar con un fratás largo o “avión” la lechada superficial que formaría
una capa poco resistente, corrigiendo con llana los defectos locales de regularidad superficial así como
los bordes de las losas (suprimiendo las aristas vivas).
La necesidad de crear juntas en los pavimentos de hormigón viene motivada por la retracción del mismo,
que se produce durante su fraguado, y por las variaciones dimensionales de su superficie como consecuencia
de los cambios térmicos (dilataciones y contracciones). Si estas juntas no se ejecutasen, se producirían
fisuras espontáneamente y, en general, de forma irregular.
Las bandas paralelas al avance del hormigonado dan lugar a las juntas longitudinales o de trabajo.
Perpendicularmente a éstas estarán las juntas transversales. Ambas pueden subdividirse a su vez, de acuerdo
con la función que realizan, en juntas de contracción, juntas de dilatación y juntas de construcción. Estos
tres tipos de juntas dividirán el pavimento en losas contiguas, generalmente cuadradas (si fuesen rectangulares,
la relación entre las longitudes de los lados no ha de ser superior a 2:1).
Las juntas de retracción son las más frecuentes en un pavimento de hormigón. Su misión fundamental
es limitar la longitud de las losas de forma que no se produzcan fisuras en las mismas como consecuencia
de la retracción o de los cambios térmicos. La distancia a que se deben ejecutar estas juntas para un espesor
de losa de 12 cm es de 3,5-4,0 m, refiriéndose esta distancia al lado mayor de la losa en el caso de que
ésta sea rectangular.
Las juntas transversales de contracción de bandas contiguas deben situarse en prolongación unas de otras
y,
aunque pueden ejecutarse en fresco, es recomendable realizarlas mediante serrado del hormigón
endurecido con una profundidad que ha de estar comprendida entre 1/4 y 1/3 del espesor de la losa. La
operación de serrado debe realizarse entre las 6 y las 24 horas siguientes a la puesta en obra del hormigón,
en función de la temperatura ambiente.
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15.4 PAVIMENTOS DE HORMIGÓN
15.4 PAVIMENTOS DE HORMIGÓN
PLIEGO DE CONDICIONES
PLIEGO DE CONDICIONES